Nuestras palabras son gruñidos
y cuando escritas, garabatos,
pues los pies no son los zapatos,
que no te engañen tus sentidos!

Solamente oímos sonidos
y sólo vemos aparatos,
todos somos literatos,
esclavos de ojos y oídos.

Entonces no hablaré jamás,
mejor callo y me reservo
porque ya nada tiene nexo.

Y no me lo preguntes más
pues la verbena de mi verbo
es la sintaxis de tu sexo.